martes, 19 de agosto de 2008

El hombre es siempre
el constructor de una cárcel.
Y no se conoce a un hombre
hasta saber qué cárcel ha construido.
Algunas veces parece sólo la propia,
pero siempre es también la de otros.
Y no le basta con construir la prisión:
aporta también el carcelero.
Lo único que el hombre no pone
es el material para hacer la prisión,
porque sobra en todas partes.
Pero hay otra cosa
que no sabemos quién la pone:
el combustible para el incendio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosos poemas, ¿De Juarroz? Hermosos!

anarko-zen dijo...

El gran sensei Juarroz, si señora