lunes, 28 de julio de 2008

Pensar es una incomprensible insistencia,
algo así como alargar el perfume de la rosa
o perforar agujeros de luz
en un costado de tiniebla.
Y es también trasbordar algo
en insensata maniobra
desde un barco inconmoviblemente hundido
a una navegación sin barco.
Pensar es insistir
en una soledad sin retorno.

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