miércoles, 9 de julio de 2008

Hoy pensaba, y pensaba bien. Sentí que era una partícula de una partícula de una partícula un cacho más grande, pero pequeña aun; sentí que era una graciosa partícula pretendiendo vivir mi vida, que “yo” era un resultado de otras partículas y que, entonces, la partícula que yo compongo esta en un cuerpo que no puedo ver en mi condición; y sentí también que no hay un cuerpo final, que lo que llamamos universo no es más que una partícula de una partícula de una partícula. Sin principio ni final (o tal vez con principio y fin) partícula más partícula, lo único que existe es un movimiento estático, una pulsación eléctrica desplazándose a talvez del silencio. Nuestra cotidianeidad (todo lo que juzgamos real y todas nuestras acciones) son sólo restos residuales del infinito buscando solidificarse imitando la geometría de las partículas que componemos y que nos componen. Hoy pensaba… Hay que gozar del vivir.

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